viernes, octubre 26, 2007


YO NO DIRIJO AL MUNDO







“y cuando más odie al actual Des Grieux, tanto más añorará al de antes, aunque
hubiera existido solamente en su imaginación” Dostoievski(el jugador)



Hay cordones que nunca llegan a cortarse plenamente.
Esa noche conocí el departamento de policía de la ciudad. El frío, es en verdad más duro ahí. Me hubiera gustado conocerlo de día, pero no pidieron permiso para llevarme. La oficina estaba repleta de animales, luego vieron otros vestidos de negro, todavía más ineptos. No hacían más que formular preguntas estúpidas; jamás comprenderían lo que sucedió, son tan imbéciles.
De pronto, me asaltó una imagen terrible, el pantalón estaba empapado en una incontenible orina fría. La veía ahí, en el asiento lateral del coche de Roberto, cubierta de un rojo espléndido que bajo luz de luna se tornaba un púrpura indescriptible. Así es como la recuerdo, tenía el cabello hermoso como siempre aunque más despeinado y negro de lo normal. El reciente faje justificaba la situación del pelo, el color, nunca pude explicármelo. Chorreaba púrpura por el orificio de la frente, los ojos radiantes y el semblante preciso. Me sentí culpable por haberle manchado el lunar gris de la mejilla, pocas cosas me gustaban tanto de ella desde el primer día. Estuve así hasta que dejó de excretar aquel fluido, limpiando el lunar frecuentemente.
Me observaba fija segundos antes del disparo, lloraba muy suave y preguntaba cosas con la mirada. Le expliqué varias veces que su dolor era nada comparado con el que yo sentía: Aunque no lo creas, éste, es para mí un estado excesivamente masoquista. Si alguien va a matarte será tu más ferviente admirador. Para matar a alguien hay que amarlo demasiado.
Hay cordones que nunca llegan a trozarse plenamente.
No comprendió nada de lo que le dije, sin embargo, estuve seguro de que lo haría después. Con un beso, señale el lugar preciso en la frente. Al final no pude evitar pedirle perdón por haber derramado tanto líquido púrpura, era la primer vez que hacía algo semejante.
Las preguntas no cesaban en la comandancia. Al él, no lo maté yo, fue el miedo, si se hubiera quedado quieto hasta que los paramédicos llegaran no habría pasado. Le disparé sólo para que se quedara quieto, de cualquier manera, también yo me revolqué alguna vez con una de sus viejas, pero siempre estuvo repleto de miedo. Todos recibimos lo que merecíamos, es justicia natural.
Como lo suponía, los animales de negro no entendieron nada o no quisieron entender.
-Me dedico a vivir en el mundo, y el mundo dice: sulfúrense, asesinen. ¿Por qué culparme a mí?

Yo no dirijo al mundo.

Bernardo Araujo

martes, octubre 02, 2007

No se olvida...




A estas alturas, la colección de señalamientos de carácter político incriminatorio de unos con respecto a otros, y después de tantos años, ya acumula un buen legajo y es bastante significativa: Echeverría responsabiliza a Díaz Ordaz de los sucesos de Tlatelolco; Norberto Aguirre. Palancares, Corona del Rosal, Rodolfo González Guevara y otros, responsabilizan a Echeverría; Alfonso Martínez Domínguez afirma que el 10 de junio lo planeó y ejecutó Echeverría, pero existen decenas de declaraciones que lo incriminan a él directamente.
A las víctimas del 2 de octubre se les debe una reparación y a los responsables un castigo.



La deuda está pendiente.